Acusan a falsa “seguridad privada” de asesinar a menor que celebraba Amor y Amistad en su casa en Soledad 2000
Como si fueran autoridad, “llegaron exigiendo que bajaran el volumen de la música”.
Una verdadera tragedia impune vive la familia Altamar Sánchez después de que Juan Camilo, uno de los jóvenes de la casa, fuera asesinado de manera vil en la madrugada del sábado 14 de septiembre, por un supuesto "vigilante" del barrio Soledad 2000.
Zona Cero conoció la historia del homicidio de este adolescente de 17 años, oculto por parte de las autoridades, pues nunca hubo un reporte oficial sobre el caso en los informes diarios de la Policía Metropolitana de Barranquilla, pese a tratarse de un hecho violento, desde las primeras horas en que se registró hasta su fatal desenlace.
La familia de Juan Camilo acudió a Zona Cero para informar el homicidio, ya que el presunto asesino no ha sido capturado y sigue campante en la calle, pese a existir una denuncia y una orden de captura vigente en contra del supuesto "vigilante".
El presunto homicida junto a otros grupo de hombres se dedica a "vigilar la seguridad" en las madrugadas del barrio Soledad 2000, sin que nadie en la zona se los haya pedido. En pocas palabras, se autoproclamaron vigilantes.
El hecho
La mamá del joven fue la encargada de relatar el vil ataque que provocó la muerte de su hijo, quien cursaba noveno grado en el colegio María Montessori de Soledad.
El viernes 13 de septiembre, Juan Camilo Altamar Sánchez decidió celebrar 'Amor y Amistad', en la terraza de su casa con un grupo de amigos que llegaron a su vivienda.
Además también quería festejar por adelantado el cumpleaños de su mamá, por lo que pidió permiso a su papá para coger una botella de licor que estaba en la nevera y celebrar. Le dieron permiso hasta la 1:30 a.m. del sábado.
En dicha madrugada llegaron dos de los supuestos vigilantes, quienes le pidieron a los jóvenes con ínfulas de autoridad que le bajaran en el volumen a la música.
Incluso, según el relato de la familia, amenazaron a uno de los amigos de Juan Camilo y le exigieron que se fuera de la casa "porque no era de ese barrio".
El joven de 17 años, dueño de la fiesta, le indicó a los "protectores de la cuadra" que no le iba a bajar el volumen de la música, pues "ellos no eran policía" para exigirlo.
A raíz de esto los dos personajes que se dedican supuestamente a vigilar buscaron a 10 más de su grupo, entre ellos el hombre que terminó atacando a Juan Camilo Altamar Sánchez.
"Sacó un cuchillo y le propinó una puñalada a mi hijo en el pulmón derecho. Yo corrí a buscar a mi esposo y los mismos vigilantes se lo llevaron para la clínica Adela de Char de Soledad", relató la mamá a Zona Cero, en medio de la tristeza.
El joven estudiante terminó falleciendo a las 6 de la mañana de aquel sábado, tras tener perforado el pulmón después de la herida que sufrió.
Burla e impunidad
Juan Camilo fue sepultado el día domingo. Su familia se encargó en denunciar el hecho, pero es la hora y no han capturado al homicida.
"Está en su casa encerrado y la Policía no da resultados. Estamos cansados de la demora", expresó uno de sus familiares.
El asesinato está impune en estos momentos y los autoproclamados vigilantes, que aparecieron de un momento a otro en Soledad 2.000 y otros barrios, "pasan por la casa" del joven como si nada, lo que significa una burla para la familia de la víctima.
"Se ríen de nosotros", puntualizó la mamá del adolescente.
El homicidio de Juan Camilo no fue noticia hace una semana porque la Sijin de la Policía, según indica la familia, les pidió no reportar el caso para no obstruir una investigación que hasta ahora ha sido ineficiente.
La Policía Metropolitana de Barranquilla tampoco informó del caso, muy seguramente porque es un dato negativo y emplean la modalidad del 'tape-tape'.
Vigilancia impuesta
Los habitantes del barrio Soledad 2000 y otros sectores pagan 3 mil pesos por una vigilancia que no pidieron y que fue prácticamente impuesta.
Lo peor del asunto es que los que se autodenominados vigilantes no se sabe de dónde vinieron. No tienen ningún vínculo con la Policía, institución que debería estar encargada de la seguridad de los ciudadanos y no civiles armados, que no inspiran ningún tipo de confianza.
Dicha vigilancia está entredicho con este episodio. La familia de Juan Camilo exigen justicia y celeridad en la investigación, pues los autoproclamados vigilantes siguen en su polémica función y el homicida sigue libre.